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dijous, 14 d’abril del 2016

LA HISTORIA


Todo empezó una mañana al despertarme. En lugar de estar en mi cama, en mi casa, en mi cuarto, estaba en una cueva, en el suelo, estaba frío. Era la prehistoria.
El paisaje era precioso, había muchos arboles, montañas verdes, estaba rodeado de animales inofensivos. Solo se escuchaban los pájaros cantando.
Decidí quedarme allí. Lo primero que hice fue ir a un pueblo. Las chozas estaban hechas de barro. Allí había más humanos, me aceptaron como si fuese uno de la familia. Decidimos ir a cazar un poco. Vimos un mamut gigantesco y decidimos intentar cazarlo; pero entonces vimos que detrás suyo había muchos más y si intentábamos cazar uno los otros vendrían a por nosotros y preferimos ir a pescar. Fuimos a un riachuelo muy bonito. El agua era tan transparente que se podía ver el fondo.
Después de pescar decidimos bañarnos al lado de una cascada. Todo era perfecto sin discusiones sin tener que pelearnos, alimentándonos de lo que nos daba la naturaleza, etc. Eso si que era un hogar.
Volvimos a nuestro pueblo para cocinar los pescados que habíamos conseguido.
Después de comer nos fuimos a talar unos arboles para renovar las casa y construirme una para mí.
Al finalizar nos fuimos otra vez al pueblo y empezamos a construir, descubrimos que la madera aguantaba mucho más que el barro y protegía más.
Después nos fuimos todos juntos a una cueva para pintar en las paredes. Yo pinté la primera imagen que vi al llegar a ese lugar, un paisaje precioso.
El jefe del pueblo nos pintó a nosotros cuando estábamos construyendo las chozas de madera.
Al acabar nos fuimos a dormir porque ya era de noche.
El despertarme todo cambió no había riachuelo, ni mamuts, ni pueblo con chozas de madera solo estaba mi cuarto, había vuelto, me decepcioné. Entró mi madre diciendo:
  • Venga hijo que tienes que ir al instituto.
Me levanté, me vestí y me fui.
No recordaba que hoy nos íbamos al museo de la prehistoria.
Cuando llegamos nos estuvieron enseñando muchas cosas, lanzas, pieles, etc.
También nos explicaron que los prehistóricos eran unos salvajes, se peleaban, lo destruían todo, yo sabía que se equivocaba.
Al final de la visita nos enseñaron unas pinturas que habían recuperado, eran las que habíamos hecho el otro día, estaba mi paisaje, también la pintura del jefe, todas. Me fui de allí feliz.
Cuando llegué a mi casa cené y me fui a dormir pensando en lo que había vivido.
Al despertarme todo había cambiado, no estaba ni mi tele, ni mi cama, solo estaba mi hogar.
Había vuelto al pueblo de madera y decidí cambiar la historia, en aquel lugar nadie se peleaba, no matábamos, sobrevivíamos, pero sobretodo ese era mi hogar de verdad.



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